Antífona de entrada
Escúchame, Señor, que te llamo.
Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, Señor;
no me escondas tu rostro. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 7, 55-60
En aquellos días, Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Luego, cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo:
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado».
Y, con estas palabras, murió.
Salmo responsorial
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Sal 96, 1 y 2b. 6 y 7c. 9
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Justicia y derecho sostienen su trono.
Los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Adoradlo todos sus ángeles.
Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
SEGUNDA LECTURA
Ven, Señor Jesús
Lectura del libro del Apocalipsis 22, 12-14.16-17.20
Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y entrar por las puertas en la ciudad.
Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para dar testimonio de esto a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la estrella radiante de la mañana.
El Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! Y quien lo oiga, diga: «¡Ven!». Y quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente.
Dice el que da testimonio de estas cosas: «Sí, vengo pronto».
Amén, ¡Ven, Señor Jesús!
Aleluya
Aleluya, aleluya, aleluya.
No os dejaré huérfanos —dice el Señor—;
me voy y vuelvo a vuestro lado,
y se alegrará vuestro corazón.
Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO
Que sean completamente uno
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».