Antífona de entrada
Mírame, oh, Dios, y ten piedad de mi, que estoy solo y afligido.
Mira mis trabajos y mis penas, y perdona todos mis pecados, Dios mío.
PRIMERA LECTURA
Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición
Lectura del Libro del Deuteronomio 11, 18. 26-28
Moisés habló al pueblo diciendo:
Meted estas palabras mías en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente.
Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, y os apartáis del camino que yo os mando hoy, yendo en pos de otros dioses que no conocéis.
Salmo responsorial
Sé la roca de mi refugio, Señor
Salmo 30, 2-3a. 3bc-4. 17 y 25
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme.
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.
SEGUNDA LECTURA
El hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 3, 21-25.28
Hermanos:
Pero ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen.
Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre, para mostrar su justicia pasando por alto los pecados del pasado.
Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.
Aleluya
Aleluya, aleluya, aleluya.
El Verbo se hizo carne
y habitó entre nosotros;
a cuantos lo recibieron,
les dio poder de ser hijos de Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 7, 21-27
En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos:
«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
"Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?".
Entonces yo les declararé:
"Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad".
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».